La comunicación con el adolescente no es fácil. La adolescencia es una etapa natural que comporta cambios cruciales en el individuo. Estas transformaciones se viven de forma diferente y van conformando la manera de ser y la tendencia de cada joven. La combinación de su predisposición biológica (temperamento), con la interacción del ambiente (carácter) irá potenciando una personalidad adaptativa y equilibrada o, por el contrario, más disfuncional.
Aunque en todas las épocas ha habido jóvenes desafiantes y difíciles, quizá en la actualidad los padres y las madres se sienten más impotentes ante las conductas disruptivas, desafiantes y agresivas de sus hijos, que les perjudican a ellos y también a los demás.
Un estilo permisivo y tolerante en exceso impide que aprendan a tolerar la frustración
¿Cuándo consideraremos que puede ser un trastorno de la conducta?
- Si nos encontramos frente a un adolescente que presenta conductas desproporcionadas, de forma recurrente y con una alta frecuencia.
- Cuando estas conductas le causen sufrimiento, y/o generen un clima tóxico en la familia, la escuela o el trabajo.
Hay adolescentes que sufren y otros no. Aunque los veamos apáticos y parece que nada les importe, detrás pueden esconderse miedos e inseguridades. En este vídeo te hablo de este problema de la apatía y de la importancia de conocer las causas para un mejor abordaje.
Pero los adolescentes pueden tener determinadas conductas explosivas y/o agresiones verbales y/o físicas que hay que abordarlas cuanto antes mejor, ya que pueden comenzar a edades más tempranas.
Conocer las herramientas y utilizarlas, ayuda a los padres a restablecer el equilibrio del sistema familiar
Cómo mejorar la comunicación con el adolescente:
- Los padres y las madres disponemos de herramientas que no empleamos, ya sea por temor o por desconocimiento, y propiciamos poco a poco el empoderamiento del adolescente. El resultado es que, progresivamente, el adolescente va dominando la situación y los progenitores van perdiendo su papel educador y, en definitiva, el control.
- La excesiva permisividad es un tipo de maltrato porque les incapacita para tolerar la frustración. Si dejamos que se frustren, que no tengan todo lo que desean, con la inmediatez a la que están acostumbrados, les estamos dotando de resistencia psicológica ante la vida.
- Ciertos patrones disfuncionales se potencian en un sistema familiar enfermo. No se trata de culpabilizar a los padres, pero sí de alertarles de la importancia que tiene el ponerse de acuerdo en la educación desde el inicio, en la implicación de ambos en la educación de sus hijos y en ejercer un co-liderazgo.
- Fomentar valores como el respeto y la cooperación en las primeras etapas no es tarea fácil, pero hacerlo facilitará sin duda la labor educativa y un sistema saludable.
Artículo original publicado en el magazine digital "menuda familia", con fecha octubre 2, 2017