Publicado por Teresa - el 08/01/2018 - Archivado en Pareja - 0 Comments

Por norma general, consideramos que una persona está atrapada en el perfeccionismo cuando, además de intentar hacer las cosas con eficacia, se esmera de forma obsesiva en múltiples quehaceres que la llevan a alcanzar la perfección. El perfeccionismo en la pareja puede conducir paradójicamente a la frustración y a la decepción, alejándonos de nuestros propósito y más lejos aún de la eficiencia.

El perfeccionismo es una combinación de diferentes factores en los que existe un rasgo de personalidad con deseo de mejora, ansia de lograr metas elevadas y preocupación por lo que los demás piensen sobre uno mismo. El deseo de mejora no es contraproducente y nos permite lograr nuestros objetivos mediante un esfuerzo saludable. Sin embargo, obstinarse en detalles por una mejora sin tregua, colocar un listón excesivamente alto y anteponer la opinión de los demás a la propia perjudica nuestra salud psicológica.

Detrás de los comportamientos de impaciencia e intolerancia se esconden personas que han tenido que esforzarse para adquirir habilidad y son muy competentes en sus aptitudes.

A continuación describimos los diferentes tipos de perfeccionismo para detectar dónde “pecamos” o “pecan” los demás:

  1. El perfeccionista que se impone objetivos no realistas. Este tipo no acepta sus fallos y es muy autocrítico. No tiene suficiente con lo que ha conseguido y desea mejorar sin establecer límites.
  2. El perfeccionista que quiere gustar a los demás para ser aceptado y evitar las críticas o las frases negativas sobre él o sus acciones.
  3. El perfeccionista que ve los errores en los otros para satisfacer sus propias exigencias.

perfeccionista

Generalmente solemos reconocer los dos primeros tipos; el último, en cambio, no lo identificamos con facilidad puesto que no sólo se encubre de forma inconsciente, sino que también está valorado socialmente por su eficiencia. Estas personas critican la forma de hacer de sus allegados inagotablemente y no toleran los fallos. Me estoy refiriendo, por ejemplo, al jefe que nunca está contento con tu trabajo, o a la pareja que intenta decirte sin cesar cómo tienes que hacer las cosas para lograr esa efectividad que a ellos les caracteriza.

Detrás de los comportamientos de impaciencia e intolerancia se esconden personas que han tenido que esforzarse para adquirir su habilidad y por norma general son muy competentes en sus aptitudes. Han aprendido que los fallos no se deben tolerar y hay que castigarlos. Sus habilidades son reforzadas por un entorno que le atribuye un halo de eficacia, eficiencia y efectividad.

En las relaciones de pareja, este tipo de personas se irrita fácilmente, no tolera los errores y llega a culpar con sarcasmo, insultos o gritos la conducta errática del otro. Lógicamente, su actitud puede provocar que el “reprendido” se rebote y tenga sentimientos de rabia e impotencia. Si además está con una persona que necesita la aprobación de los demás, tenemos el caldo de cultivo asegurado para que se produzcan discusiones continuas o una pérdida de la autoestima si le atribuye una superioridad o existe dependencia emocional.

Si eres perfeccionista en la pareja, te irritarás fácilmente, no tolerarás los errores y llegarás a culpar con sarcasmo, insultos o gritos la conducta errática del otro.

En el mejor de los casos, si la pareja criticada tiene una buena autoestima y es muy adaptativa, sentirá rabia ante la intolerancia del otro y responderá con asertividad, minimizando las críticas y haciéndole saber que todos podemos mejorar hasta un límite.

Siguiendo la premisa de mejorar la conducta de uno mismo, en lugar de no intentar cambiar al otro, es recomendable para ambas personas de la pareja que se focalicen en lo positivo. Da mejores resultados, no para alcanzar la excelencia, pero sí para disfrutar de una relación de pareja saludable.

Es cuestión de decidir en qué invertimos los esfuerzos, corrigiendo al otro o apostando por la buena convivencia, tolerancia y respeto al otro y a uno mismo.

Artículo original publicado en el magazine digital "menuda familia", en diciembre 6, 2017

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