Publicado por Teresa - el 18/10/2017 - Archivado en Psicología - 2 Comments

nuevas familias

Los tiempos han cambiado y las familias no son una excepción. Hemos pasado del “contigo para toda la vida” a “me voy porque esto no funciona”. En estas circunstancias, los protagonistas son los adultos, aunque los actores de segundo orden son los hijos, quienes han de adaptarse a cambios ajenos a ellos y a su nueva situación. Por este motivo, es recomendable que padres y madres (padrastros y madrastras) gestionen de la mejor manera esta nueva etapa, favorezcan la propia adaptación y ofrezcan un modelo de familia que proporcione estabilidad y bienestar.

Se considera familia reconstituida cuando existe una pareja con al menos un hijo de una relación anterior, excluyendo las que no tienen ningún hijo.

¿Qué diferencia la familia reconstituida de la tradicional?

  • Los límites. En las familias convencionales, las fronteras son biológicas y las condiciones de ser miembro o no están muy bien definidas.  En el caso de las familias reconstituidas, existen dos hogares y los límites no se tienen tan claros.
  • El tiempo en asimilar los cambios suele ser más corto y no sigue las mismas etapas que en la familia convencional (noviazgo, emparejamiento, primer hijo…) El orden de existencia de los hijos es anterior a la constitución de la pareja, dificultando el proceso de adaptación.
  • El tipo de pérdida. En el caso de divorcio o separación, la pérdida se asimila peor que en el caso de la muerte, en el que el duelo se acompaña mediante rituales y apoyo familiar. En las familias reconstituidas puede producirse rechazo, incluso, por parte de los familiares de uno o de ambos miembros de la pareja.
  • Más personas involucradas. Existen al menos tres adultos responsables, o cuatro por lo general. Por tanto, se genera interferencia y/o confusión en los hijos con relación a quién han de hacer caso, si no se determinan con claridad los roles de los nuevos miembros.
  • La casa y la economía. En las familias reconstituidas, a veces se vive en la antigua vivienda de uno de los dos, a diferencia de los hogares tradicionales. También el sistema económico no cuenta en principio con un fondo común.

El éxito de la relación de pareja en este marco dependerá en gran medida de la felicidad de los hijos en la nueva familia y la felicidad de ellos vendrá definida por la buena gestión de la pareja

Pautas para promover la adaptación de los hijos en la familia reconstituida:

  • Ponerse de acuerdo en relación con el lugar de residencia y las finanzas. Es recomendable que sea una vivienda escogida de común acuerdo por los dos. Compartir la economía a partir de la nueva situación genera una mayor satisfacción, respetando lo anterior a la unión y siendo revisable en función de cada caso y necesidades.

 

  • Resolver la pérdida de la relación anterior. Los hijos pasan a ver menos al padre o la madre que no vive con ellos, por lo que, aunque no puedan ni sepan manifestar su añoranza, tendremos que considerar que afectará al estado de ánimo de los hijos y a su conducta.

 

  • Pactar el tiempo para los propios hijos/as. Para que éstos no se sientan abandonados en el plano afectivo, es muy positivo dedicar un tiempo exclusivo a ellos, además del compartido en familia.

 

  • Mantener el espacio. La pareja ha de contar con momentos para establecer una comunicación constructiva, no solamente por la noche cuando todos duermen. Buscad, por ejemplo, una tarde para encontraros sin niños; un fin de semana, si se puede…

 

  • Tratar a todos los hijos con equidad. Teniendo en cuenta las edades, establecer las mismas normas para todos. Evitar decir “tu hijo…”, y procurar llamarle por su nombre, describiendo la conducta. Por ejemplo, “Esta mañana, Tomás no me ha contestado cuando le he dado los buenos días”. Evidentemente, Tomás seguramente está pasando por esta etapa de asimilación y tendrá un humor detestable en más de una ocasión. Por tanto, no hay que tomar esta actitud como algo personal ni etiquetar al hijastro.

 

  • Definir el nuevo papel del padrastro o madrastra y los roles. Según la edad, resultará más o menos fácil. Los más pequeños suelen adaptarse mejor que en la pre o adolescencia. Éstos se rebelan a menudo ante la nueva figura del “padrastro” o “madrastra”, por lo que, si en algo se ha de pecar, será en la tolerancia. Demasiada exigencia podrá provocar rechazo y resentimiento en el adolescente. Si esto ocurre, se resentirá también la relación de pareja, ya que el padre o la madre del hijo/a “rebelde” sufrirá por la situación. Para ayudar a establecer el vínculo, la relación con los hijastros ha de mantenerse en un nivel lúdico al principio, ir cogiendo confianza poco a poco y abstenerse de ejercer la autoridad. Mientras tanto, es preferible que la personas que dictaminen las normas y la disciplina sean el padre o la madre biológicos.

 

  • Reformular las pautas y normas de educación. Encontrar un equilibrio entre la manera de educar de uno y del otro. Pactar tanto lo que no se admite, como lo que queramos potenciar, aplicando refuerzos establecidos previamente.

 

  • Evitar comentarios negativos del ex o de la ex. Los hijos deben estar informados sobre los horarios y visitas que les atañe. Toda comunicación que no sea constructiva perjudica su autoestima, le provoca inseguridad e inestabilidad emocional y, en muchas ocasiones, le genera un deber, que no le corresponde, de defender al progenitor que considere más débil y vulnerable.

 

  • Los padres biológicos son los que toman las decisiones importantes en la vida de sus hijos.

 

  • Mucha paciencia, tolerancia y diálogo. No esperar a tenerlo todo estable en un año ni en dos. Dependiendo del número de miembros de la nueva familia, las edades, vuestra situación emocional y demás condiciones ambientales, va a suponer un proceso en el que no todas las familias reconstituidas sobreviven. No se trata de exigir situaciones justas y racionales, sino de fomentar cuanto antes la adaptación al nuevo hogar mediante el aprendizaje por ensayo y error. Por eso, la tolerancia, la paciencia y la comunicación sin exigencia son buenos aliados para conseguir un clima de cooperación.

 

familia feliz

Las directrices generales señaladas en todo caso se han de ajustar a las necesidades de cada nueva familia en particular para ofrecer las herramientas más adecuadas.

Evidentemente y como en todas las familias, sean éstas tradicionales o reconstituidas, educar con parentalidad positiva fomenta el desarrollo y el bienestar emocional de los niños/as, para que en este microsistema puedan crecer y madurar de forma saludable.

Artículo original publicado en el magazine digital "menuda familia", en octubre 2, de 2017

 

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Ana Maria Gonzalez de la Palma

3 años ago

Llevo 4 años vivo en conflictos permanentes se soluciona uno y detrás llega otro. Me adapto bien a los niños y ellos a mi. La abuela quiera hacer de madre coraje y me cela y me copia en todo. La madre de los niños es nefasta con los niños sus derechos y beta a su ex pareja en las funciones el poder le genera placer es una auténtica arpía. En mi espacio todo va bien. Lo que no admito es compartir espacio con la madre en actividades de los niños, desaparezco de todo lo que sea estar cerca o bajo techo esa mujer y yo. La evitó, mi pareja se enfada quiere que lo acompañe yo no acepto digo que es cosa de padres. El quiere la custodia compartida y yo no comparto nada con ella. Yo disfruto de mi espacio y tiempo pero no admito las dos juntas espacio tiempo. Esto me genera conflictos familiares. A veces también siento celos de los niños porque el padre me quita tiempo de la pareja para estar con ellos, duerme con ellos ect. Eso no me gusta pero lo acepto. También me da igual que este con su ex haciendo funciones de padre. Pero no quiero la custodia compartida, ni acepto a la madre de los niños en el día a día. Me molesta hasta cuando llama. No la soporta genera maldad y malestar. Quiero mi propia vida y no acepto una agenda gestionada por ella. A, favor de los niños pero ella, es la jefa y yo la chófer de los nenes. Me siento su criada

Teresa

3 años ago

Hola Ana María,
Entiendo el conflicto que se está dando en tanto sois una familia reconstituida. Conciliar el presente cuando hay un pasado es difícil. En primer lugar aunque siempre hay que priorizar el bienestar de los menores, es necesario arreglar los problemas de los adultos que repercuten en ellos también y prevenir el deterioro de las relaciones.
En función de cada familia y la personalidad de cada uno hay que adaptar las soluciones, de manera que ganéis todos.
En pocas líneas es complicado darte una solución que te sirva. No obstante si quiero decirte que todos los problemas objetivos tienen solución y/o soluciones y que a veces necesitamos una ayuda puntual para tener una orientación hacia un nuevo clima que os proporcione bienestar.