Publicado por Teresa - el 20/11/2018 - Archivado en Psicología - 0 Comments

apego saludable

Formar parte de una pareja saludable nos proporciona un estado de felicidad y satisfacción que repercute en las demás facetas de nuestra vida.

¿A qué llamamos una pareja saludable?

Hablar de la pareja saludable implica recurrir al concepto de “apego”. John Bowlby desarrolló la teoría del apego

para explicar el vínculo que se establece entre los cuidadores y el bebé, y que le proporcionan una base segura siempre y cuando las interacciones hayan cubierto los cuidados de supervivencia, así como el afecto y el cariño necesarios y suficientes.

Os preguntaréis que tiene que ver el apego con el mundo de la pareja, y la respuesta es que el modo en que hemos establecido el apego en nuestra infancia condiciona nuestra manera de relacionarnos afectivamente, incluso en etapas posteriores.

Después de la primera infancia nos pasamos la vida siendo educados en conocimientos, habilidades y destrezas que poco tienen que ver con la satisfacción de establecer relaciones sociales y sobre todo personales e íntimas. Además, de manera oculta, quedan en nuestro archivo general las experiencias pasadas que hemos “tachado” u olvidado inconscientemente.

Esta aptitud para el mundo afectivo no es un arte innato, sino que hay que aprenderla, o más bien reaprenderla.

¿Por dónde empezar? ¿Aprender qué?

En primer lugar, es importante ser consciente de que las experiencias que hemos vivido en la infancia están marcando y determinando las relaciones futuras en la adolescencia y juventud. La manera en que nos sentimos y percibimos que nos quieren establecerá un estilo de apego hacia la pareja actual o la futura pareja.

En segundo lugar, la primera experiencia, así como las significativas, seguirán modelando nuestra manera de interactuar en la relación.

apego seguro

 

Por tanto, es determinante conocer acerca de nosotros mismos (asignatura pendiente) y ver si vamos teniendo un patrón en las relaciones afectivas, en el caso de que vayamos dejando a las parejas, o de que nos aferremos y nos cueste superar los desengaños.

No hay una fórmula mágica que nos garantice la calidad y la duración de las relaciones, sin embargo, es posible que después de crecer como personas y sentirnos seguros/as estemos preparados para disfrutar de un apego saludable.

 

En el caso contrario, afectará sin duda a cómo nos relacionamos o relacionaremos más adelante, por ello es conveniente llegar a aceptar y superar nuestras carencias entendiendo como funcionamos y corrigiendo aquellas conductas derivadas de nuestros sentimientos y pensamientos relacionados con nuestros miedos y/o frustraciones más ocultas.

Es muy recomendable  independizarse de la familia y aprender a caminar solos/as, lo cual no es sinónimo de vivir aislado, sino de que nos ocupemos de complementar nuestra formación y progresiva manutención, siendo capaces de gestionar nuestra vida de forma autónoma.

Muchas veces en el caso de salir del núcleo familiar para vivir a continuación en pareja, nos priva de experiencias personales que ningún conocimiento teórico puede aportar.

 

Por otra parte, acomodarnos y vivir en solitario de forma perpetua, si lo que anhelamos es compartir, dificulta la adaptación posterior a la convivencia con otra persona.

 

relax

 

Sin embargo, el hecho de tolerar y llegar a disfrutar la soledad en esta etapa de transición nos brinda una oportunidad de tener ocasiones que propician el insight o la reflexión y en definitiva el conocimiento de nosotros mismos. Cuando podemos y queremos impedir la constante evasión, como por ejemplo estando conectados a las redes u ocupados en múltiples tareas, se puede percibir el silencio, tan ausente en nuestra sociedad y asomarnos hacia ese gran desconocido mundo interior.

Hoy en día en que es tan fácil encontrar pareja por internet, pasamos de la idealización del otro a la realidad en un santiamén, pero pagamos el precio de la inmediatez con una alta probabilidad de desencantarnos después.

Entonces, ¿qué?

En primer lugar, observar cómo está nuestra autoestima. Si no nos queremos no podremos tener una relación satisfactoria. Por el contrario, si nos sobrestimamos no podremos empatizar ni comprender al otro.

Nuestra seguridad o inseguridad modelará la relación, pudiendo establecer un apego evasivo (no nos gustará comprometernos), un apego inseguro (tendremos miedo a que nos dejen) o un apego seguro (nos importa el otro, pero a la vez le dejamos ser el/ella mismo/a).

Por regla general, hasta la década de los 20-30 no tenemos seguridad. Podemos ser muy eficaces y ser unos linces en determinadas materias, pero no tenemos aún seguridad personal. No me refiero aún a la madurez, ya que ésta la alcanzamos mucho más tarde alrededor de la década de los 60.

En segundo lugar, aprender a observar nuestras emociones, y ante qué situaciones nos alteramos, bien sea por sentir rabia, tristeza, o ansiedad. Cada persona o situación que nos pone “de los nervios” abre una ventana secreta hacia nuestro mundo desconocido. Estas interacciones nos dan mucha información sobre lo que nos activa ya sea a grandes rasgos, porque nos molesta, nos entristece o nos preocupa.

 

emociones

 

Si nos paramos por un momento a observar lo que pensamos, podremos acceder a esa información privilegiada acerca de nuestros sentimientos.

Por ejemplo, si cuándo mi chico/a o mi pareja me dice que no le gusta lo que llevo, en función de esos esquemas aprendidos del pasado, pensamos de una forma distinta.

Así uno pensará “qué se le va a hacer, otro día ya le gustará más”, o lo vivirá como terrible si no es una persona segura de sí misma pudiendo entristecerse, enfadarse y/o sentirse insegura.

¿Qué hacer?

  • Trabajar  nuestra autoestima y seguridad personal para preparar las bases necesarias para una relación de pareja satisfactoria.
  • Saber que nada permanece para siempre, sino que hay que cuidar cada día nuestra manera de relacionarnos.
  • Aceptar cuando los objetivos y los planes de futuro no coincidan con el nuestro y dejar ir la relación aunque duela.
  • Conocer que es mejor tener experiencia para aprender y que esta se adquiere por ensayo y error.
  • Lo que nos hace sufrir nos ayuda a saber dónde nos duele y nos brinda una oportunidad para superarnos.
  • Mirarnos adentro para saber que necesidades tengo y que obligaciones me impongo para establecer un equilibrio entre nuestros caprichos y nuestros “debería”.

A veces es necesario tener un guía en este proceso de cambio y evolución que a veces se nos hace cuesta arriba. Sobre todo cuando sufrimos celos,  dependencia afectiva,  comportamientos evasivos,  miedo al compromiso, al abandono, así como nos vemos afectados por conductas de sumisión y/o dominancia que favorecen las relaciones tóxicas.

Sin embargo, es posible dejar de tener estos patrones de apego insano en la pareja y aprender a ser una pareja saludable.

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