Cada vez me vienen más personas a mi consulta por acrofobia o miedo a las alturas. El hecho de tener este problema limita el abanico de posibilidades que nos ofrece hoy en día nuestro ocio e incluso se renuncia a ciertos trabajos que implican exponerse a una altura considerable. Todo ello desemboca en la búsqueda de una solución para quien sufre este problema.
Desde el nacimiento ya podemos observar cómo los bebés se sobresaltan al sentir que se caen. Se trata del reflejo de Moro, un reflejo innato que desaparece sobre los 3 o 4 meses. Además, tanto al comenzar a andar, como cuando nos hacemos mayores, somos muy inestables a nivel motor, y tenemos dificultades para mantener el equilibrio.
El término de acrofobia viene del griego “akros” que significa lo más elevado, extremo, y “fobia” que significa miedo. La acrofobia supone un tipo de trastorno que puede iniciarse en la infancia o en la edad adulta, tiene una mayor prevalencia en mujeres y afecta entre el 5% y el 10% de la población mundial (APA, 2018).
¿Qué es la acrofobia?
Según los criterios del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-5-RT de la American Psychiatric Association (2022), se clasifica la acrofobia o miedo a las alturas como una fobia específica a los entornos naturales y está en el apartado de los trastornos de ansiedad.
Como en las demás fobias, los criterios a cumplir son:
- Miedo o ansiedad intensa ante un objeto o situación específica (en este caso las alturas)
- El objeto o situación casi siempre provoca miedo o ansiedad inmediata
- Se evita o se vive con ansiedad intensa
- El miedo es desproporcionado al peligro real
- El miedo o la ansiedad es persistente
- Dura típicamente seis o más meses
- Causa malestar clínicamente significativo o deterioro en áreas importantes del funcionamiento
Como además de la predisposición genética, el aprendizaje juega un papel relevante, no es de extrañar que personas que viven en países muy llanos como los países bajos o Dinamarca, tengan una mayor sensibilidad cuando están en lugares de cierta altura.
Brown y Barlow (2009) postulan sobre el origen de las fobias y los trastornos de ansiedad la Teoría de la triple vulnerabilidad
- Vulnerabilidad biológica. Hace referencia, por un lado, a una hipersensibilidad neurobiológica al estrés, genéticamente determinada y por otro a tener un temperamento temeroso. Existen personas que se activan más fácilmente y les cuesta más desactivarse y además se aprecia una vulnerabilidad familiar a padecer el mismo tipo de fobia.
- Vulnerabilidad psicológica generalizada. Ocurre cuando la persona siente que no puede controlar ni predecir situaciones que le estresan. Esto se aprende por las experiencias de la infancia principalmente que tienen que ver con el estilo de educación o sucesos experimentados. La presencia de trastornos como la depresión y la ansiedad en alguno de los progenitores es un factor de riesgo.
- Vulnerabilidad psicológica específica. Sucede cuando se focaliza la ansiedad en estímulos concretos amenazantes, en este caso el miedo a las alturas y acaba en una fobia específica.
Nivel cognitivo: ¿Qué piensas?
Tu mente nunca está en blanco y lo que piensas involuntariamente afecta a tus emociones y sensaciones. No solo se activan pensamientos concretos al estar en contacto con una situación de altura, sino antes, cuando te imaginas y anticipas lo que va a ocurrir. A esto se le llama ansiedad anticipatoria y sucede a modo de diálogo interno.
Cuando hay ansiedad, existen dos sesgos cognitivos en la manera de pensar:
- Sesgo de atención: Cambias la atención hacia la fuente de peligro. Te fijas en el desnivel y/o en tus sensaciones de inestabilidad.
- Sesgo de interpretación catastrófica: Puedes pensar que te vas a caer o incluso que serías capaz de tirarte al perder el control. También temes hacer conductas “ridículas” que te pongan en evidencia ante otras personas.
Nivel fisiológico: ¿Qué síntomas puedes notar?
Cuando estamos a una cierta altura y no estamos acostumbrados, es natural y adaptativo que notemos algunas sensaciones corporales. Esto se debe a nuestro instinto de supervivencia que nos protege, y nos avisa de las situaciones que pueden suponer un riesgo para nuestra vida.
Al hablar de síntomas nos referimos principalmente a la hiperactivación del sistema nervioso vegetativo simpático. Este proceso se realiza de manera automática cuando a través de la vista, órgano sensorial que nos conecta con el entorno, detectas la altura y procesas esta información como amenazante. Entonces ocurren una serie de cambios fisiológicos que te incomodan hasta llegar al extremo de sufrir un ataque de pánico.
Estos síntomas son:
- Tensión muscular
- Sudor excesivo
- Visión borrosa
- Sensación de falta de aire
- Sensación de inestabilidad, mareo y/ o vértigo.
- Hormigueo y/o temblor en las piernas,
- Taquicardia
Nivel motor o conductual: ¿Qué haces cuando estás en un lugar alto?
En general, en las fobias siempre hay una primera vez en la que se precipitan las sensaciones físicas, hasta sufrir un ataque de pánico. Cuando te ocurre esto, sientes mucho desconcierto, no entiendes lo que te ocurre y aprendes que te puede volver a pasar. Esta asociación te hace vulnerable a nivel psicológico.
Posteriormente, si no tienes más remedio que exponerte a estas situaciones, las vives con mucho temor y si no puedes evitarlas tienes ganas de escapar.
Puedes comportarte de una manera que luego te autocritiques o te avergüences. Pretendes controlar tu ansiedad y tu comportamiento, pero no puedes, por lo que involuntariamente realizas conductas como agacharte, chillar súbitamente, taparte los ojos o paralizarte.
Así que lo más común es que evites estar en lugares altos, y sientas un gran alivio cuando decides no hacer ninguna actividad que tenga que ver con los lugares o situaciones que temes. Sin embargo, este alivio tiene un coste muy alto, ya que poco a poco te vas limitando las actividades que te aportan un beneficio afectando así a tu estado de ánimo.
¿Qué lugares o situaciones temes?
En entornos urbanos, puedes temer acercarte a los balcones o grandes cristaleras de edificios altos, cruzar puentes sobre grandes autopistas, permanecer en azoteas con barandas acristaladas, coger ascensores de cristal, y/o en tu trabajo, temer subirte a un andamio o escaleras de una altura considerable…
En entornos rurales, subir y bajar escaleras de campanarios, caminar o conducir por acantilados o por determinadas montañas, acercarte al borde de un mirador, esquiar, subir a un teleférico…
Mareo, vértigo, equilibrio y acrofobia
En primer lugar, es necesario aclarar estos términos:
El mareo es una sensación de debilidad e inseguridad en la estabilidad corporal. Puedes sentir que te vas a caer o perder el conocimiento al andar o al levantarte, aunque nunca ocurre. Los mareos se explican por la activación del sistema vestibular, que controla la postura y el equilibrio y también porque está conectado al sistema límbico que regula las emociones.
El vértigo es una sensación ilusoria de que giran las cosas a tu alrededor o bien eres tú el que te mueves con relación al entorno. El vértigo puede ser momentáneo, durar unas horas o incluso alargarse a unos días. Puede desencadenar náuseas, vómitos, pitidos en los oídos e incluso taquicardia.
Existe dos tipos de vértigo: el periférico y el central.
El vértigo periférico se debe a una alteración en el laberinto vestibular del oído interno que controla el equilibrio. El vértigo central se debe a un problema en el tronco encefálico o en el cerebelo.
El equilibrio es uno de los sentidos más importantes y depende de tres sistemas: el sistema vestibular del oído, la vista y la propiocepción. De hecho, tenemos equilibrio cuando se integran y coordinan estos tres sistemas.
El equilibrio se desarrolla en los primeros años y hasta que caminamos pasamos por una etapa de mucha inestabilidad. De mayores, los sentidos, que nos ayudan a relacionarnos con el entorno, pierden agudeza y se procesa la información con más dificultad, por lo que aumenta la inestabilidad.
Mareo, vértigo y desequilibrio se dan en ciertas enfermedades de origen orgánico, pero también se pueden dar en la acrofobia.
Diferencias y similitudes entre el vértigo por ansiedad y el vértigo como trastorno orgánico
La persona con acrofobia siente síntomas de ansiedad cuando anticipa que estará en un lugar alto y también al exponerse a ellos. Las personas que padecen una enfermedad de origen orgánico pueden tener ansiedad por las posibles consecuencias.
En cualquier trastorno de ansiedad hay malestar significativo por cambios fisiológicos, no estructurales sino a nivel funcional, por lo que los síntomas son reales y causan tanta incomodidad como en el vértigo de origen orgánico, con sus matices y diferencias.
En la acrofobia, los síntomas se dan en los lugares temidos o cuando se piensa sobre ellos. En los trastornos orgánicos el vértigo puede darse en casa o en cualquier otro lugar.
En la acrofobia se puede llegar a sufrir ataques de pánico. En los trastornos orgánicos que cursan con vértigo, aunque la persona puede sentir ansiedad, esta es más difusa y no presentan por norma general ataques de pánico.
En la acrofobia se percibe claramente una amenaza de origen externo. En trastornos orgánicos no existe ninguna amenaza externa. Aunque se puede sentir inseguridad al salir de casa por temor a marearse.
En la acrofobia, el miedo a caerse puede estar asociado a experiencias traumáticas como haberse caído del columpio o de un árbol y/o determinadas experiencias de caídas en prácticas deportivas o también haber aprendido de personas significativas que tienen miedo a las alturas (aprendizaje vicario). Por lo que el miedo a caerse en alteraciones orgánicas es debido a la inestabilidad que provocan las alteraciones físicas.
En ambos casos las personas ven mermadas su estabilidad. Por lo que se entra en una indefensión aprendida. En las personas que padecen acrofobia se circunscribe ésta a la vulnerabilidad en los lugares concretos que se temen. En los trastornos de origen orgánico, la vulnerabilidad se amplía al día a día, ante la incertidumbre del momento en que pudiera aparecer la inestabilidad.
Con cierta frecuencia hay una relación entre los trastornos de ansiedad que cursan con tinnitus o acúfenos (ruidos en el oído), vértigo y los trastornos del sistema vestibular y viceversa. Algunas personas que presentan trastornos del oído presentan también sintomatología ansiosa.
Por todo ello es muy necesario descartar las alteraciones orgánicas, antes de abordar psicológicamente los problemas de ansiedad.
¿Qué tratamientos son eficaces para superar la acrofobia?
Al tratarse de un trastorno de ansiedad y circunscribirse a los entornos de alturas, el abordaje más eficaz a corto y largo plazo es el psicológico.
Son muy eficaces para superar la acrofobia, los tratamientos basados en la evidencia científica y que van incorporando avances de las investigaciones, dentro del marco cognitivo-conductual.
A este paradigma se le suma la eficacia de incorporar la terapia de aceptación y compromiso, ya que implica un paso adelante tanto en la comprensión del problema como en su solución. El objetivo no es que controles tu ansiedad, común denominador de las personas que sufren este problema, sino que aprendas a gestionarla desde la aceptación de los síntomas, el conocimiento a cerca de la ansiedad y pautas para saber qué hacer y que no hacer.
Se trata también de que aprendas a relacionarte con tus pensamientos de otra manera. Cambiar tu percepción de incapacidad por la capacitación para afrontar los lugares altos y que tengas una visión más objetiva de la percepción del riesgo.
Además, el hecho de incorporar el Mindfulness al tratamiento de la acrofobia posibilita un entreno de la atención con la finalidad de centrarte en el aquí y el ahora, seleccionando a donde quieres dirigir tu atención de manera consciente.
El tratamiento consiste en aplicar distintas técnicas y adaptarlas a cada paciente. Ante el mismo problema, hay una persona distinta, con sus vivencias particulares. Esto implica unos factores de inicio, de precipitación y de mantenimiento diferentes.
Factores clave en el diseño del tratamiento que se han de tener en cuenta:
- Los factores de predisposición. Lo forman el temperamento, el entorno ambiental y social con las vivencias que se han tenido y si han sido traumáticas, bien de pequeños o durante el transcurso de la vida. Así como el estilo de educación y los modelos parentales.
- Los factores de precipitación. Puede que aparezca la acrofobia de forma brusca, por estrés y/o un acontecimiento negativo. Puede presentarse además de forma puntual o insidiosa, la persona va sintiendo cada vez más ansiedad hasta llegar a padecer la fobia.
- Los factores de mantenimiento. A veces es la familia y/o el entorno social quien refuerza que se mantenga este miedo, al querer proteger a la persona. También los rasgos de personalidad y las creencias que están muchas veces latentes y no se suelen detectar mueven a tener conductas como:
- Las conductas de evitación. No ir a los lugares temidos es uno de los motivos por los que la fobia crece. Al sentir alivio por no tener que enfrentarte a la situación que temes, la ansiedad no solo cesa, sino que además este alivio fomenta que se mantenga.
- Las conductas de seguridad. También el tener a alguien que te acompañe, o llevar algo que crees que te protege, sin querer mantiene la fobia y hace que no busques ayuda para superar tu fobia.
Conoce qué son las fobias y los tipos, en este vídeo explicativo de mi canal.
La técnica de exposición
Una de las técnicas que no puede faltar en la terapia es la exposición a los lugares relacionados con la Acrofobia. Años atrás se contaba con un coterapeuta (familiar o amigo) que acompañaba al paciente en sus exposiciones graduales con las desventajas que implicaba: enseñar al coterapeuta, la accesibilidad a los entornos, el tiempo de duración del tratamiento entre otros inconvenientes. Sin embargo, aún con todas las dificultades, las personas llegaban a superar en mayor o menor medida su fobia.
Hoy en día, no tenemos ningún motivo para recurrir a ello, ni siquiera a la exposición en la imaginación, difícil para muchos. Mediante la herramienta de la realidad virtual, se puede exponer a estos lugares cómodamente en la consulta.
La eficacia de la RV
Existen muchos estudios que avalan la efectividad del tratamiento de las fobias con la Realidad Virtual.
Las ventajas son múltiples, desde la facilidad para ver lugares altos; el acompañamiento del terapeuta supervisando y controlando variables como el nivel de altura, la distancia, el tiempo de exposición entre otras y que puedas hacerlo de manera gradual, de menor a mayor ansiedad.
A modo de ejemplo, en el caso de un ascensor exterior en un edifico de considerable altura, se empezaría por un nivel fácil (subir a un piso más bajo) y a medida que vas estando preparado, pasaríamos a otros niveles hasta llegar al nivel más difícil (piso alto en un rascacielos).
En estos tiempos en los que la tecnología avanza a un ritmo vertiginoso, no tendría razón de ser que no se empleara esta herramienta en los tratamientos psicológicos, ayudándote así a normalizar tu vida lo antes posible.
Desde el 2012, utilizo en mis terapias esta herramienta, constatando la eficacia junto con un buen diseño de paquete personalizado de técnicas, hasta que puedas “in vivo”, después de que gradualmente te has habituado a estos entornos que antes eran muy ansiógenos para ti.
¿Cuándo pedir ayuda a un profesional de la psicología?
- Cuando empieces a sentirte inquieto/a y ansioso/a ante estímulos relacionados con la altura, anticipándote a la escalada de la ansiedad.
- Si has tenido o tienes ataques de pánico, es decir, al menos cuatro de los siguientes síntomas: palpitaciones, o el corazón acelerado, sudoración, temblor, sensación de ahogo, dolor en el tórax, náuseas o malestar abdominal, sensación de mareo, inestabilidad, aturdimiento o desmayo, escalofríos o sensación de calor, sensación de irrealidad o que te separas de ti mismo. Miedo a perder el control o a volverte loco y miedo a morir.
- Cuando este estado no venga por el consumo de medicamentos o drogas o sean de causa orgánica.
- Cuando dejes de disfrutar de alguna actividad que para ti antes era placentera.
- Cuando pienses de forma catastrófica que te puedes morir.
- Cuando evites ir a lugares que antes ibas, o vivas el ir como un sobreesfuerzo que es mayor que la ilusión.
Si sufres esta fobia específica y crees que te puedo ayudar, estaré encantada de escucharte y diagnosticar tu caso.
Puedes llamarme al 687562197 o contacta conmigo para informarte.