Mantener vivo el amor no siempre es fácil. Pero si amas a tu pareja, aunque ya no sientas “mariposas” en el estómago cuando estás a su lado, no te preocupes. Pasada la etapa del enamoramiento, las gafas con las que miras al otro cambian de color según múltiples variables. Y nunca es tarde para mejorar tu relación con inteligencia emocional.
Nuestra manera de ser, actitud y personalidad contribuyen en la calidad y satisfacción de la relación de pareja. Una actitud positiva hacia la otra persona ayuda a crecer tanto a nivel personal como en la pareja. Sin embargo, caemos con facilidad en actitudes defensivas ante el otro cuando nos sentimos heridos.
Si ambas personas tienen una personalidad con tendencia a la desconfianza, la impulsividad, la hipersensibilidad, el egocentrismo, la irascibilidad o la intolerancia, se prevé una toxicidad demoledora en la relación. Pero, como la personalidad no es inamovible, podrían cambiar por ellas mismas si son conscientes y apuestan por el éxito y una mejora en la pareja.
La madurez o la inmadurez de cada uno de los miembros determinará el crecimiento, el estancamiento o, incluso, el deterioro y/o ruptura de la relación. Tanto si nos dejamos llevar por el principio del placer; es decir, hacemos lo que nos apetece en todo momento; como si nos sentimos atrapados en la represión o el autocontrol excesivo, siendo esclavos del deber, la realidad es que no hemos alcanzado la madurez necesaria para llevar a buen puerto la relación.
Nuestras vivencias durante la infancia y familias de origen nos dejan una impronta en el cerebro que conforma esquemas mentales y creencias que interiorizamos y condicionan nuestra manera de funcionar a lo largo de nuestra vida.
Asimismo, los estereotipos hechos y modelados hacia el amor romántico crean unas expectativas irreales que no nos benefician.
Todas estas circunstancias se asemejan a la base del iceberg, no se ven pero están presentes y afectan a nuestro bienestar personal y a nuestras relaciones.
Si dos personas tienen una filosofía de vida y unos valores distintos, sin duda chocarán cuando tengan que tomar una decisión y no estén de acuerdo. Y aunque coincidan, la evaluación y valoración de cada uno será personal y diferente.
Nuestra conducta ante el otro miembro de la pareja dependerá de todo lo anterior, dando lugar a un estilo particular de comunicación en la pareja. Cuanto peor gestionemos las emociones, si éstas nos desbordan por su intensidad, frecuencia y/o duración, será más difícil entendernos.

complicidad
Las parejas más felices incorporan una dinámica en la que se potencian los sentimientos positivos frente a los obstáculos.
Lo que mata el amor
John Gottman, psicólogo experto en la predicción de la duración de la pareja, observó en su famoso Laboratorio del amor (1986) unos comportamientos a los que denominó por su letalidad “Los 4 jinetes del apocalipsisis”. Con estos comportamientos vaticinó el debilitamiento, deterioro o ruptura de las relaciones de pareja con un 91% de probabilidades de acierto.
Los comportamientos letales para el amor, según Gottman, son:
- Las críticas destructivas: se usan etiquetas y descalificaciones en un tono elevado (“eres nefasto/a”, “tonto/a”, “cuadriculado/a”, …
- La actitud defensiva: se contraataca ante una crítica (“tú tampoco lo haces”, “tú eres…”)
- El desprecio: incluye insultos, ironía o sarcasmo, infravalora o menosprecia al otro (“nunca te enteras”, “estoy harto/a de ti”, “no te soporto”…)
- El encierro o actitud evasiva: se muestra indiferencia, se atiende a otra actividad o se abandona el lugar cuando habla el otro. Esta actitud se produce cuando la persona se siente abrumada y busca la distancia emocional.
Mitos sobre la pareja
Creer los mitos que mencionamos a continuación puede llevarnos a tirar la toalla y a pensar que no servimos para la vida en pareja:
- Si aprendemos a comunicarnos, salvaremos nuestra relación. Partir de esta idea, si nuestra comunicación es ineficaz, implica que no hay solución.
- Las neurosis o problemas de personalidad arruinan nuestra relación. Todos tenemos nuestros momentos irracionales, si aceptamos el lado “oscuro” de la pareja y propiciamos una actitud de cariño y respeto, también puede prosperar.
- Los intereses comunes mantienen unida a la pareja. Esto no siempre es así, si mientras se realizan estas actividades se hacen comentarios hirientes (“así no se hace”, “eres torpe”…)
- Evitar el conflicto es positivo para la relación. Algunas parejas rehuyen las peleas a toda costa, pero no consiguen eludir el resentimiento. Discutir no necesariamente daña la pareja y la ausencia de peleas tampoco es sinónimo de felicidad.
- La infidelidad es la principal causa de divorcio. Es el síntoma de una pareja moribunda (falta de comprensión, afecto, atención y no de sexo necesariamente) lo que lleva a tener una relación al margen y a la posterior ruptura.
- Los hombres no están biológicamente “hechos” para las relaciones estables. Las cosas hoy en día están cambiando y son muchas las mujeres que dejan la relación.
Posicionarnos a la defensiva, criticar, despreciar, ridiculizar o bien pasar a la huida son reacciones que van en dirección opuesta a nuestra felicidad.
Cómo mantener el amor en la pareja
Las parejas más felices no son las más inteligentes ni las más ricas. Son aquellas que incorporan una dinámica en la que se potencian los sentimientos positivos en las situaciones negativas.
Las técnicas focalizadas en la resolución de conflictos no siempre ofrecen los resultado esperados. En cambio, según Gottman, sí nos ayuda discutir sin sobre estimularnos; es decir, hablar sin que aumente el ritmo cardíaco o la presión sanguínea, para evitar enfadarse.
Si nos dejamos llevar por la escalada de emociones, estaremos en condiciones muy precarias para reducir los sentimientos negativos. Posicionarnos a la defensiva, criticar, despreciar, ridiculizar o bien pasar a la huida son reacciones que van en dirección opuesta a nuestra felicidad.
Para conseguir una relación de pareja saludable es conveniente:
- Potenciar la amistad y los pequeños gestos cotidianos. Conocer los gustos, los sueños y la manera de ser del otro.
- Saber que interpretamos al otro según nuestro estado de ánimo, por ejemplo, si estamos en crisis o no, veremos la conducta de nuestra pareja de una manera más positiva o negativa.
- Evitar sobreactivarnos. Gestionar las peleas o conflictos de manera que no nos sobrepasen y deriven en una escalada destructiva.
- Ante los desatinos, aportar y/o aceptar intentos de desagravio. Cuando estalla el conflicto podemos iniciar los llamados intentos de desagravio, es decir, por ejemplo, sonreír, sacar la lengua con humor, una frase antídoto como “¿qué tal una tregua?, “¡mira que somos tontos!, etc.. Son expresiones que abren una salida al desencuentro, o bien los acepta. Los intentos de desagravio salvan la negatividad y ayudan a bajar el nivel de tensión y sobre excitación, además de aumentar la fuerza de la amistad.
Entrar en la negatividad continua genera un círculo difícil de escindir, que nos remonta a recordar los malos momentos pasados y a obviar los motivos que nos llevaron a enamorarnos de la otra persona.
Casi todo el mundo pierde el control en un conflicto, sin embargo, las parejas inteligentes emocionalmente tienen una amplia gama de intentos de desagravio.
Como ejemplo, os dejo un simpático vídeo con final feliz
Podéis cambiar y dejar de ser parejas “desastres”, aprendiendo por ensayo y error a actuar como parejas “maestras” como las clasifica Gottman, si evitáis la sobre excitación, paráis la nociva escalada del enfado y finalizáis cada desencuentro alzando la bandera blanca.
Por otra parte, la Terapia Integral conductual de pareja de Jacobson y Christensen (1998) propone combinar los cambios personales con la aceptación emocional de la pareja. El problema no son los desencuentros inevitables entre ambos, sino aprender a manejarlos. El elemento clave para aumentar la satisfacción en la pareja es aceptar y transformar los problemas en vehículos para crear más intimidad.
En general, si sentís cariño y admiración hacia vuestra pareja, os acercáis de vez en cuando a compartir alguna situación que os guste y os enfocáis en reducir vuestra propia activación, comprobaréis que la pasión crece. Todos/as queremos ser significativos y “especiales” para la pareja sin dejar de ser nosotros mismos. Acordaros de decíroslo mutuamente.
Artículo original publicado en el magazine digital "menuda familia", en abril 21, 2018.