Aunque parezca mentira, no todas las personas conocen que tienen unos derechos, bien porque no se los han enseñado, o bien porque, aun conociéndolos, no se ven capaces de ejercerlos. Por este motivo, quiero explicarte, qué son y por qué te interesa aplicar tus derechos asertivos.
Nuestras conductas están determinadas por nuestros esquemas mentales y valores que hemos ido interiorizado desde muy pequeños. A partir de los modelos familiares y sociales que nos van formando, tenemos como resultado un estilo de relacionarlos con los demás, que nos ayuda a alcanzar nuestros objetivos y a sentirnos satisfechos y tranquilos, o bien, nos boicotea, con acciones que no nos llevan a ninguna parte ni a disfrutar de una vida saludable.
¿Qué son los derechos asertivos?
Todas las personas tenemos unos derechos asertivos que, por regla general, no sabemos del todo cuáles son, ni los límites entre éstos y los derechos de los demás. No son equiparables a los derechos legales, sino que forman parte de nuestros valores y determinan lo que es negociable y lo que no en nuestra vida. Nos dan fuerza para autoafirmarnos y defender nuestras necesidades con un estilo comunicativo respetuoso, claro y decisivo frente a los demás, sin vulnerar los derechos de nadie.
Si lo prefieres, puedes ver el vídeo sobre el tema.
Conocer bien tus derechos es el punto de partida para tener una conducta asertiva que te aporte bienestar y una mejor autoestima.
La palabra asertividad viene de “aserto” y del latín “assertus”, que significa acción de aseverar o afirmar la certeza de una cosa.
El concepto de asertividad ha ido evolucionando desde Salter (1949), hasta nuestros días y se emplea en la actualidad como sinónimo de las habilidades sociales.
Existen muchas definiciones de asertividad, y teniendo en cuenta éstas, podría resumirse, en la habilidad que posee una persona al comportarse con un estilo asertivo en las situaciones sociales. El estilo asertivo permite poner límites cuando se vulneran los derechos, expresando nuestros sentimientos, emociones, deseos y/o necesidades de forma óptima, proactiva y sin agresividad.
El estilo asertivo se situaría a caballo entre el pasivo y el agresivo. Podemos comportarnos con un estilo u otro, según el contexto y las personas en donde interactuemos. No nacemos con un estilo determinado incorporado a nuestro bagaje genético, aunque sí con una tendencia a reaccionar de forma defensiva o no.
Por tanto, se puede potenciar o ir sometiendo el temperamento innato. Así mientras que, por ejemplo, con un vecino te puedes comportar de manera puntual con agresividad, con los amigos puedes interactuar de forma asertiva y con tu jefe o jefa callarte y actuar pasivamente. Si en una persona predomina en general más un estilo que otro, podemos decir que se comporta con un estilo agresivo, asertivo o pasivo.
Estilos de comunicación
Agresivo: Yo gano- Tu pierdes
Este estilo se salta los derechos de los demás porque cree que tiene la razón absoluta, no es empático y suele atacar sin respeto, utiliza un tono alto, descalifica, y emite juicios de valor sin tener en cuenta el impacto que pueda causar a la otra persona.
Suelen conseguir lo que quieren, pero tiene un coste muy alto a largo plazo, porque generan resentimiento en los demás debido a la coerción que ejercen.
Estilo Pasivo o inhibido: Yo pierdo – Tú ganas
Se caracteriza por la pasividad, sumisión o retraimiento. Las personas con este estilo se adaptan a los demás y suelen pensar que su opinión no cuenta, se callan, aunque les duela, y abandonan la defensa de sus derechos por priorizar a la otra persona.
El inconveniente es que su autoestima va mermando y sienten indefensión ante las situaciones sociales.
Estilo asertivo: Yo gano – Tú ganas
Es el estilo que nos proporciona más bienestar. No se consigue todo lo que uno desea, pero sí al menos se intenta y se defiende de la mejor manera. No tiene ningún inconveniente y sí aporta muchos beneficios. Para ello es necesario desarrollar unas competencias o habilidades sociales.
Por qué no podemos actuar con estilo asertivo
Lo ideal es poder comportarte asertivamente con todas las personas y en la mayor parte de los contextos, y si no se actua así, es porque existen unas suposiciones o esquemas mentales que, impiden actuar de manera asertiva debido a:
- Los roles que has aprendido y que corresponden a ciertos estereotipos de sumisión y a ciertos esquemas mentales de subyugación, autosacrificio, abandono etc. Esto hace que tengas unos supuestos erróneos (los debería, las consecuencias “terribles” que temes, o etiquetas con las que te identifiques). Por ejemplo, al recibir elogios cuando te comportas de manera sumisa puede que te refuercen con frases como “eres tan bueno/a persona”, “es una suerte que seas tan dócil”, etc., interpretando estas frases como: “debo hacer esto o lo otro sino soy una mala persona”. El supuesto que subyace a este pensamiento es: “Las personas buenas deben ayudar incondicionalmente a los demás”.
- El estrés. Es frecuente que no puedas gestionar tus emociones y actúes callando y al final explotes sin control. No sueles notar la tensión en tu cuerpo, ni detectas lo que necesitas, hasta que ya no puedes más.
- Tus modelos en instituciones rígidas, muy dogmáticas y/o autoritarias o por el contrario con estilos muy laxos y permisivos.
La asertividad, facilita que te sientas bien contigo mismo/a por actuar según tus valores y derechos, gestionando lo que haces y dices de la manera más idónea en cada situación, con la intención de autoafirmarte y buscar acuerdos y soluciones de la forma más respetuosa para las dos partes.
¿Cuáles son los derechos asertivos?
- Derecho a ser tu propio juez. A pesar del juicio que te puedan hacer los demás, tienes derecho a juzgar tus acciones y elegir como actuar siendo consciente de que eres responsable de ellas y por tanto a no necesitar la aprobación de los demás.
- Derecho a que te traten con respeto y dignidad. Es conveniente que pongas límites, pues refuerzas tu autoestima.
- Derecho a sentirte triste, enfadado/a, o ansioso/a, o con cualquier otra emoción. Los sentimientos y emociones aparecen sin pedir permiso y no te has de sentir culpable por ello.
- Derecho a decidir lo que quieres hacer y tomar tus propias decisiones, a pesar de que no guste a las demás personas.
- Derecho a no querer hacer o decir lo que te pidan o digan y a tomarte tu tiempo para pensarlo, sin tener que responder inmediatamente ni tampoco has de justificarlo.
- Derecho a pedir lo que necesitas. Esto no obliga a los demás a dártelo.
- Derecho a cambiar de opinión. Vamos evolucionando y por tanto a más conocimiento, podemos opinar de forma distinta. Estás legitimado/a para cuestionar la autoridad o las tradiciones.
- Derecho a equivocarte y a cometer errores. Ten en cuenta también que eres responsable de éstos y que hay consecuencias de mayor o menor gravedad.
- Derecho a preguntar cuando no entiendas algo o no tengas la suficiente información.
- Derecho a tener éxito, estar orgulloso de ti mismo/a y a disfrutar de tus logros, aunque implique superar a los demás.
- Derecho a tu descanso y a tener privacidad cuando así lo desees, así como el derecho a realizar actividades en solitario y ser independiente.
- El derecho a decidir qué hacer con tus propiedades, con tu cuerpo, con tu tiempo.
¿Qué competencias o habilidades necesitas para defender tus derechos?
Para llevar a cabo la defensa de tus derechos has de poder plasmarlo con conductas de autoafirmación en distintas situaciones y para ello, has de ser capaz de:
- Dar tu opinión, aunque no estén de acuerdo. Aprovecha una pequeña pausa y atrévete a expresarla cuando la tengas clara. "Yo creo...", "En mi opinión...", "Yo pienso que..."
- Expresar tus quejas y/o desacuerdos, y saber tomarte tu tiempo para responder. No hace falta que te “atrapes” contestando enseguida. Puedes empezar diciendo algo positivo como "Ya sabes lo que te aprecio, y me gustaría que no me dijeras.... ante el grupo", o "Ayer me sentí triste cuando tu me gritaste".
- Aceptar y expresar cumplidos. Hay muchas personas que les da vergüenza que les alaben y se quedan sin saber que decir. Simplemente con un "gracias", saldrás del paso y te valorarás.
- Iniciar, mantener y saber terminar una conversación. Imprescindible tanto en el mundo laboral como personal. Con unas sencillas pautas se puede entablar una conversación fluida y regularla.
- Preguntar lo que no entiendas y/o pedir información. Las personas no tenemos porque saber las cosas, tener dudas forma parte de la curiosidad humana y ayuda al aprendizaje.
- Pedir un favor y/o negarte a hacerlo. Las personas que no quieren o no se atreven a pedir favores por no molestar, están renunciando a un derecho que forma parte del valor de la solidaridad. Sin embargo, puedes decidir si no lo haces o decides hacer el favor en el momento que puedas. Puedes decir "Lo siento, pero no voy a poder" "Ya te lo confirmaré" o "Miro mi agenda y te digo".
- Pedir un cambio de conducta, ofreciendo alternativas. Cuando convivimos con otra persona y nos molesta algo que atenta contra nuestros derechos, podemos decírselo acompañándolo con unas sugerencias de conductas concretas que sean alternativas.
- Interactuar con personas de diferente estatus y sexo. Muchas veces cuesta mucho, por no saber cómo actuar. Si aplicas el estilo asertivo jamás pueden ofenderse o penalizarte por ello.
- Compartir cuando lo desees sentimientos, emociones y experiencias con los demás y favorecer que ellos compartan las suyas contigo. Siempre seleccionando el momento y la o las personas de confianza.
- Resolver los problemas cotidianos generando soluciones. Esta capacidad te permitirá elegir con la “mente sabia”, al no actuar de forma impulsiva, sin reflexionar, sino pensando las alternativas y escogiendo la mejor y cuando llevarla a cabo.
Cuando una persona quiere, puede y sabe hacer estas acciones con un estilo asertivo, decimos que posee habilidades sociales y/o es asertiva, porque se comporta, desde el conocimiento y el respeto hacia sí misma y para con los demás.
Con estas competencias tu autoestima queda reforzada al valorarte, y priorizarte poniendo límites. A medida que vayas extendiendo tu asertividad a todas las esferas sociales, te irás sintiendo con más seguridad personal.
Sin embargo, esta habilidad tan útil y que no está presente en nuestro código genético, ha de aprenderse. Lo mejor es hacerlo de forma progresiva desde la infancia, aunque nunca es tarde para adquirirla y ponerla en práctica.
Por tanto, como la educación y la formación de cada persona es distinta y hacemos lo que podemos, vale la pena reflexionar acerca de cómo te sientes de satisfecho/a en tus relaciones familiares y sociales y decidir si quieres hacer algún cambio.
Generalmente el cambio, se lo exigimos a los demás porque nos sentimos legitimados para evaluar y/o juzgar lo que hacen. Sin embargo, este mal aprendizaje nos lleva al punto contrario de prevenir y resolver los conflictos, sino más bien nos lleva a enredar aún más nuestras relaciones. Por muy asertivo que seas, muchas veces no podrás conseguir lo que deseas, o pretender que no se enfaden contigo. Esto forma parte de la libertad de las personas y lo hemos de aceptar.
¿Por qué te interesa aplicar los derechos asertivos con tus acciones?
Es importante que conozcas tus valores y lo que quieres en la vida, así como saber lo que no estás dispuesto/a permitirle a los demás.
Actuar después de conocer tus derechos asertivos te sirve principalmente para:
- Poner límites y que nadie pueda manipularte o instigarte a comportarte de una manera que tu no quieras.
- Cuidarte al priorizar tu autoestima, manteniéndola a salvo de las exigencias de los demás.
- Practicar el respeto a los demás y no hacerles ni decirles lo que a ti no te gusta.
- Centrarte en tus deseos y objetivos y actuar en dirección a éstos, teniendo en cuenta la ética social.
- Aceptar lo que no puedes cambiar o lo que no puedes conseguir porque no tienes derecho, pero sí a intentar lo que sí puedes.
El aprendizaje del estilo asertivo fomentará tu felicidad sin ninguna contraindicación, ni consecuencia negativa, a diferencia del estilo pasivo o agresivo. De esta manera estés con quién estés, podrás disfrutar del arte de la buena comunicación y dirigirte hacia tus metas.
Si crees que puedo ayudarte, no dudes en contactar conmigo, llamándome o escribiéndome un mail.